Esta semana un nuevo escándalo cimbró a la 4T, y por desgracia, se llevó entre las patas a la ya lastimada industria turística nacional.
Le cuento, la Administración Federal de Aviación (FAA) del Departamento de Transporte de Estados Unidos anunció que México no cumple con las normas de seguridad aérea de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), por lo que degradó la calificación de nuestro país de la categoría 2 a la 1.
Para entenderlo con bolitas y palitos, el gobierno mexicano incumplió con normas que sigue la aeronáutica mundial, que dicta la OACI, una agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) creada en 1944 por el Convenio sobre Aviación Civil Internacional. No son medidas que toman unilateralmente aerolíneas competidoras de Estados Unidos o su gobierno -como el gobierno federal mexicano quiere hacer creer-, si no que son reglas que siguen todos los países miembros de la ONU.
Sí, es verdad que la degradación imposibilita el crecimiento de nuevas rutas de aerolíneas mexicanas, e inhabilita la posibilidad de vender pasajes aéreos a través de códigos compartidos, y abre oportunidades a las líneas aéreas americanas, pero la responsabilidad directa del incumplimiento es únicamente de las autoridades aeronáuticas de la 4T.
Esto prueba que la austeridad republicana -que tanto presumen-, ha tenido más consecuencias negativas que positivas, por que en el afán de “ahorrar dinero”, el gobierno federal socavó la estructura que por años había sostenido al sector público aéreo, así como de muchas otras áreas.
Haga de cuenta que en lugar de tener un auto eficiente y funcional, nos quedó una chatarra para responder cuestiones tan técnicas y delicadas como es el ámbito aéreo, en donde se juega no solo con las industrias y con el bienestar de las familias que de estas dependen, si no con la seguridad de los que viajamos en avión.
Hizo recortes por todos lados, incluidos los salarios de los supervisores que se encargaban de atender los requerimientos de la FAA, los cuales renunciaron, y como es tradición, cancelaron las plazas. Súmele también que la Dirección General de Aeronáutica Civil se transformó en la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), y en pleno proceso de auditoría renunció el primer Director General de la agencia, Rodrigo Vásquez Colmenares y entra al quite el militar Carlos Antonio Rodríguez Munguía.
Así que los requerimientos a resolventar quedaron en manos de personas que no sabían lo que hacían, y sobre todo que no le dieron la importancia debida, además del recorte presupuestal. En el 2019, la AFAC tenía un presupuesto de 611 millones de pesos, y hacia 2021, recibió una asignación de recursos por 380 millones de pesos, lo que representa una reducción de 37.8 por ciento.
La 4T se jacta de que son diferentes a los gobiernos anteriores, pero cometió prácticamente las mismos errores que le valieron a México la degradación en 2010. Y por consecuencia, estaríamos viendo que restaurar estos incumplimientos podrían retrasarse más allá de los 161 días que tardaron en 2010 recuperar la categoría, o el “corto plazo” que promete el gobierno mexicano, que sirva de paso asegura que todo entregó a tiempo, lo cual se parece a un niño tratando de convencier a la maestra de primaria, con el clásico “el perro se comió mi tarea”.
Aunque el las aerolíneas como Aeromar, Aeroméxico, Viva Aerobus y Volaris han declarado que no les afectará la degradación, y ellos seguirán operando, sin problemas los vuelos que tienen vigentes, el tiempo será el que jugará en su contra, ahora que el interés de los mexicanos por viajar a Estados Unidos a vacunarse, ha aumentado el tráfico entre ambos países, y el deseo de los estadounidenses vacunados por viajar a las playas mexicana ha ido subiendo, y esto sea aprovechado por otros, así como también empiecen a llegar los aviones nuevos que adquirieron antes de saber sobre este desastre.
Y por cierto, ¿qué ha dicho la Secretaría de Turismo de este tema que afecta a la industria? Seguiremos al tanto.