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viernes, septiembre 20, 2024

Playa Espíritu, el megaproyecto turístico de Calderón, que nació muerto

CIUDAD ABIERTA

Por Gustavo Armenta

Dentro de unos días se cumplirán catorce años de que el entonces presidente Felipe Calderón anunció la construcción del sexto Centro Integralmente Planeado (CIP), al cual provisionalmente bautizó como “Centro Integral de la Costa del Pacífico”, que estaría localizado en Escuinapa, municipio de Teacapán, Sinaloa.

El presidente Luis Echeverría había construido los primeros cuatro CIPs: Cancún, Ixtapa, Los Cabos y Loreto, en tanto que el presidente Miguel de la Madrid concluyó el quinteto con Huatulco en la década de los 80 del siglo XX. Habían pasado más de veinte años sin que el gobierno federal realizará ninguna obra importante en materia turística, por lo que aquella mañana del 29 de septiembre de 2008, al inaugurar la Expo Mexicana de Inversión Inmobiliaria y Turística, evento que durante unos cuantos años organizó el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) para luego desaparecerlo, Calderón no dudó en afirmar que el nuevo CIP en Sinaloa sería el proyecto más relevante llevado a cabo en el país e impulsado por el sector público en los últimos 25 años. “Será el proyecto más importante también en las dos primeras décadas del siglo XXI”, dijo.  

En su discurso expuso: “Ya le encontraremos un nombre que sea, precisamente, atractivo para lo que nos interesa: atraer muchos turistas, muchos inversionistas.

“Desde luego, por lo pronto, ese proyecto de Escuinapa-Teacapán, que está al sur de Mazatlán, será un polo turístico de impacto nacional e internacional en una región que yo he estado también siempre convencido, tiene todo el potencial que, por ejemplo, tiene y ha tenido durante varios años la Riviera Maya, el potencial del Mar de Cortés.

“Este gran Centro, el Centro Integral del Pacífico, cuya superficie turística será el doble de la superficie total de Cancún, estará por su importancia a la altura de los principales espacios vacacionales del mundo.

“Las proyecciones que ha hecho Fonatur son muy alentadoras. Para el año 2025 se prevé recibir a casi tres millones de turistas, generar 78 mil empleos directos e indirectos y captar divisas por casi tres mil millones de dólares”.

Calderón aseguró también que para el desarrollo del proyecto su gobierno le inyectaría una inversión de cinco mil millones de pesos, los cuales detonarían una inversión privada de 66 mil millones de pesos.

Finalizó con este párrafo: “Yo le deseo todo el éxito que se merece esta Expo Mexicana Inmobiliaria y de Inversión Turística y, en especial, deseo, y trabajaremos para que lo obtenga, todo el éxito que estoy seguro tendrá este nuevo Centro Integralmente Planeado, Escuinapa-Teacapán, en Sinaloa, con el que también celebraremos, como se merece, el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana”.

En el discurso el nuevo megaproyecto turístico pintaba muy bien, pero nada de esto sucedió. A partir de ahí, esta historia evolucionó mal y se convirtió en un dolor de muelas para el gobierno federal: para iniciarlo, Fonatur pidió créditos, se endeudó y nunca logró despertar el interés de los inversionistas. Pasaron cuatro años más de la administración de Calderón sin que pasara nada y en el sexenio de su sucesor, Enrique Peña Nieto, tampoco supieron qué hacer con ese proyecto que prácticamente nació muerto. Un día, su secretario de Turismo, Enrique de la Madrid –quien hoy aspira a ser candidato presidencial— me dijo que habría que tirarlo a la basura. No obstante, todavía durante el Tianguis Turístico de 2018, último año de Peña Nieto como mandatario, que tuvo como sede Mazatlán, funcionarios de Fonatur hicieron una nueva presentación del proyecto, sosteniendo que el nuevo CIP, ya bautizado como Playa Espíritu, “se proyecta como un destino que contribuirá con la magnífica transformación que está teniendo Mazatlán y a su posicionamiento como un destino turístico a nivel internacional”. Pura saliva.

Esta historia de terror la heredó la actual administración federal, que determinó que lo único viable por hacer es tratar de recuperar lo invertido por medio de vender las 2 mil 381 hectáreas que Fonatur compró a cinco dólares el metro cuadrado, más lo invertido en infraestructura básica.

El año pasado la Lotería Nacional rifó varios lotes y ahora lo acaba de volver a hacer el 15 de septiembre, rifando otros ocho macro predios con un valor conjunto de más de mil 859 millones de pesos. Ojalá y este gobierno logre terminar con esta pesadilla de finanzas públicas, para que no se la herede al próximo gobierno federal.   

Gustavo Armenta
Gustavo Armenta
Es periodista especializado en Turismo. Ha publicado en diversos medios de comunicación enfocados al Turismo. Fue encargado del departamento de Comunicación Social de la SECTUR.

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