COLUMNA: CIUDAD ABIERTA
Por Gustavo Armenta
Alguna vez Aeromar fue una empresa sólida, que se daba el lujo de cobrar tarifas excesivas en algunas rutas donde prácticamente no tenían competencia. Cuando los clientes se quejaban de lo que costaba un boleto sencillo, por ejemplo, de la Ciudad de México a Manzanillo, en Colima, el lugar común era usa la comparación: “sale más barato un vuelo a Nueva York”. Y no era una exageración, era algo cierto.
Durante mucho tiempo esta aerolínea de la familia Katz fue algo diferente, con sus pequeños aviones de hélices y hasta su propia terminal dentro del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en el área de hangares.
Pero a la muerte de su fundador Marco Katz, en 2016, los herederos tomaron el control de la compañía, con Zvi Katz a la cabeza, y las cosas cambiaron. Seis años después, Aeromar enfrenta una crisis que podría llevarla a repetir la lastimosa historia de Mexicana de Aviación, en manos de Gastón Azcárraga Andrade, que la condujo a la quiebra; o de Interjet, de la familia Alemán, que hace tiempo dejó de funcionar y toda promesa de revivirla hasta el momento han sido puras ilusiones guajiras.
Los trabajadores de Aeromar acusan a la empresa de una serie de incumplimientos, entre los que se encuentra el haberse gastado el fondo de ahorro de los pilotos. Según ha declarado a diversos medios José Alonso Torres, vocero de ASPA, el sindicato de pilotos aviadores, se tiene el acuerdo de que los pilotos ahorran una cierta cantidad de dinero que retiene la empresa, y ésta agrega una cantidad similar para beneficio de los empleados. Pero hace unas semanas, a finales de septiembre pasado, cuando la aerolínea tenía que entregar ese fondo de ahorro que supera los doce millones de pesos a repartir entre 92 pilotos, resulta que no los tenía, que se los gastó en otras cosas, a pesar de que no era dinero suyo, sino de los pilotos.
Por toda esta situación, los pilotos anunciaron que se irían a la huelga el pasado 14 de octubre, en tanto que, por su parte, las sobrecargos, que también tienen su propia problemática con la línea aérea, dieron a conocer que también estallarían en huelga el 15 de octubre.
Sin embargo, las negociaciones entre todas las partes involucradas han sido constantes y, como es fácil de entender, nadie quiere que el paro de labores se haga realidad porque es el peor de los escenarios: los trabajadores se quedarían sin empleo; la empresa sin ingresos; se iniciaría el conocido círculo vicioso del que las experiencias recientes de Mexicana e Interjet han demostrado que no se puede salir; y también habría terceros que resultarían afectados, ya que habría una serie de destinos que quedarían incomunicados por vía aérea, como Tepic, en Nayarit; Piedras Negras, Coahuila; y Ciudad Victoria, en Tamaulipas, entre otros.
Así que poco antes de que llegara la fecha establecida para iniciar la huelga, Aeromar se comprometió a pagarles las quincenas, aunque sea en partes; también les pagará el fondo de ahorro en abonos, comenzando ya en este octubre y terminando en julio de 2013; lo que llevó a pilotos y sobrecargos a posponer el paro de labores hasta el 18 de enero del próximo año, con la esperanza de que desde ahora y hasta entonces, la aerolínea cumpla con lo pactado.
La tarea no se ve fácil, porque los problemas de Aeromar no son solamente con sus empleados, sino que también adeuda impuestos y a proveedores, pero al parecer, a decir de Alonso Torres, la familia Katz confía en que la temporada alta de invierno les sea muy redituable y les ayude a cumplir con los compromisos contraídos.
Nunca se desea la quiebra de ninguna empresa, por la vorágine de injusticias que arrastra y donde los trabajadores siempre son los más afectados. Esperemos que esta Navidad les haga el milagro, que el amago de huelga se conjure en enero próximo y que el 2023 sea el inicio de la recuperación de una línea aérea que alguna vez gozó de cabal salud.