COLUMNA: CIUDAD ABIERTA
Por Gustavo Armenta
La edición 47 del Tianguis Turístico, que se llevó a cabo esta semana en la Ciudad de México, por razones más que obvias resultó el más exitoso de toda su historia, destrozando por mucho todos los récords establecidos, de acuerdo con el informe de resultados que dio a conocer el Gobierno Federal:
Treinta y seis por ciento más en citas de negocios; 34 por ciento más de compradores; 32 por ciento más de compañías participantes; 40 por ciento más de expositores; 87 por ciento más de ventas reportadas; y dos por ciento más en el número de países participantes, marca que no había sido superada en los últimos cinco años.
Estos números no deberán sorprender a nadie, ya que se conjuntaron dos situaciones muy poderosas; primero, que tuvo como sede la capital del país, donde se tiene la mayor conectividad aérea y una enorme capacidad en infraestructura turística: hoteles, restaurantes, recintos para este tipo de encuentros y atractivos. Y segundo, la metrópoli está encabezada por una jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, que está en plena campaña para obtener la candidatura presidencial para la elecciones del próximo año y utilizó muy bien la vitrina mediática que representa el Tianguis Turístico para cualquier político con aspiraciones mayores. No escatimó recursos para la difusión del evento y, por tanto, de su gobierno.
Ante el éxito obtenido, surgieron voces de personajes de la industria turística que hablan de que en el futuro la CDMX debería ser la sede permanente del Tianguis, al igual que sucede con las ferias turísticas más famosas del mundo, como las de Madrid, Berlín o Londres; en tanto que otros, más tradicionales y comedidos, hablan de que el Tianguis sólo debería tener dos sedes alternadas año con año: la Ciudad de México y Acapulco, a pesar de que el presidente del Consejo Nacional Empresarial Turístico (CNET), Braulio Arsuaga, afirmó recientemente que este encuentro de negocios debería ser totalmente itinerante, como lo fue en el breve periodo de tres años, cuando se llevó a cabo en Puerto Vallarta-Riviera Nayarit, en 2012; Puebla en 2013 y Cancún-Riviera Maya en 2014. En 2015 por razones políticas regresó bianualmente a Acapulco, que había sido la sede permanente durante 36 años, antes de que la entonces secretaria de Turismo, Gloria Guevara, se los quitara en 2012 para dar oportunidad de tenerlo a cualquier destino del país.
La propuesta de que el Tianguis ya sólo se haga en la CDMX tiene sentido si tomamos en cuenta los resultados obtenidos en esta primera vez que se realizó en la capital del país, y si vemos que las ciudades que lo han recibido sufrieron para cumplir con los requisitos necesarios: Puerto Vallarta-Riviera Nayarit no tuvieron un recinto de tamaño suficiente y, al llevarse a cabo en dos destinos, aunque estuvieran conurbados las distancias a cubrir fueron muy grandes, misma problemática que se registró en Cancún-Riviera Maya; Puebla no tuvo las habitaciones suficientes y su conectividad aérea fue muy limitada; Guadalajara (2016) tenía un recinto muy apretado; y tanto Mazatlán (2018) como Mérida (2021) tuvieron que canalizar muchos recursos monetarios para poder cumplir. Aunque en estos dos últimos casos la inversión realizada fue en infraestructura turística y urbana que sirvió para mejorar ambos destinos.
Mientras que la propuesta de que la CDMX y Acapulco se alternen permanente el evento tiene un sentido práctico y nostálgico, porque ambas ciudades poseen la infraestructura suficiente, aunque el puerto guerrerense adolece de una conectividad aérea limitada, ya que en la mayoría de los casos hay que volar desde la capital del país, pero es la cuna del Tianguis Turístico y, como ya mencionamos, lo albergó durante más de tres décadas y hoy es su sede cada dos años.
En tanto que la propuesta de Arsuaga es más arriesgada, ya que hacer a un lado a Acapulco otra vez, volvería a generar un conflicto político como sucedió anteriormente.
Hay que recordar que ante la decadencia de Acapulco, el deterioro de su Centro de Convenciones y sus crecientes niveles de inseguridad, en 2005 un grupo de empresarios y el propio director del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM) –entonces poderoso organismo gubernamental ya desaparecido–, Francisco Ortiz, presionaron al secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo, para que el Tianguis saliera de Acapulco y se volviera itinerante. Pero ese año el estado de Guerrero, donde se ubica el puerto, estrenó gobernador, Zeferino Torreblanca, y Elizondo pactó con él que mientras ambos estuvieran en sus cargos, el Tianguis no saldría de Acapulco, acuerdo que el propio Elizondo hizo público.
Pero unos años después, Elizondo fue relevado en la Secretaría de Turismo por Gloria Guevara, quien aprovechó una especie de limbo político para anunciar que el Tianguis saldría de Acapulco: lo hizo el 23 de marzo de 2011, ocho días antes de que Torreblanca dejara la gubernatura y, por lo tanto, ocho días antes de que el gobernador electo, Ángel Aguirre Rivero, tomara el poder en la entidad.
La decisión provocó una revuelta política en el estado, encabezada por el secretario de Turismo estatal, Ernesto Rodríguez Escalona, y por el presidente municipal de Acapulco, Manuel Añorve Baños, el hoy senador aliado del presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno, que acaban de confabular para destituir a Miguel Osorio Chong como líder de la bancada priísta en el Senado por sus diferencias con Moreno. Añorve es ahora quien encabeza a los senadores del PRI en la Cámara Alta.
En 2011, el presidente de la República era el panista Felipe Calderón, y Torreblanca y Aguirre Rivero eran del PRD. Pero hoy, tanto el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, como la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda, militan en el mismo partido, Morena, lo cual hace poco probable que le quiten a Acapulco su posición de ser sede bianual del Tianguis Turístico.
Pero si el próximo año Morena retiene la Presidencia de la República y la Jefatura de Gobierno de la CDMX, habría amplias probabilidades de que el Tianguis Turístico se arraigue tanto en Acapulco como en la capital del país. No falta mucho para saberlo.