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jueves, noviembre 21, 2024

El huracán Otis le da a Acapulco la oportunidad de ser una nueva ciudad y no sólo una urbe remendada

COLUMNA: CIUDAD ABIERTA

Aseguran los expertos que los huracanes, por más destructivos que sean, también traen beneficios para la naturaleza porque ayudan a combatir las sequías, mantienen vivas las selvas y montañas al dispersar esporas y semillas, y derriban los árboles viejos y enfermos. Es decir, es un fenómeno cíclico de renovación natural. 

Por Gustavo Armenta

En este sentido, podemos pensar que Acapulco era una ciudad vieja y enferma, con muchos problemas sociales, de urbanismo, seguridad, infraestructura turística, sustentabilidad y calidad de vida. Conflictos difíciles de resolver porque prácticamente habría que rediseñarla y para ello habría que destruir una buena parte, a lo cual nadie se arriesgaba. Mejor ir pateando el bote, aplicando algunos paliativos. Y ya. 

Pero en un suceso inesperado, llegó el huracán Otis, de categoría 5, y arrasó a Acapulco dañando hoteles, casas, edificios de condominios, comercios, mobiliario urbano todo lo que uno se pueda imaginar. Hoy, a esa devastación le podemos ver algo positivo: la naturaleza hizo lo que el hombre no se atrevió y abrió la oportunidad para el rediseño que este puerto de Guerrero necesita desde hace décadas. Ahora está en manos de las autoridades de los tres niveles de gobierno y de la población el aprovecharla, o no. 

En marzo de 2003, el periodista Fernando Martí organizó en Cancún el primer Foro Nacional de Turismo y Medios de Comunicación, evento pequeño en el que participaron unas cuantas decenas de funcionarios, empresarios y periodistas. A partir de ahí, cada año se celebró en distintas sedes y fue creciendo paulatinamente en tamaño e importancia.

A partir de la quinta edición le quitó del nombre lo de “y Medios de Comunicación” para convertirse sólo en “Foro Nacional de Turismo”, ya no dirigido únicamente a periodistas sino también para miembros de esta actividad y público en general. Así, en poco tiempo se consolidó como la reunión anual informativa más relevante de la industria turística nacional.

En 2014 la doceava edición se llevó a cabo en Mérida, Yucatán, en la que como parte de la agenda se realizó una mesa redonda denominada: “Renovación de Acapulco. ¿Un proyecto viable?”, en la que participaron el ex secretario de Turismo, Óscar Espinosa Villarreal, quien se presentó como director general de Contorno/ Centro de Prospectiva y Debate; Carlos Joaquín González, subsecretario de Innovación y Desarrollo Turístico de la Secretaría de Turismo (Sectur) – posteriormente sería gobernador de Quintana Roo–; Alejandro Nieto, subsecretario de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu); José Luis Basilio Talavera, subsecretario de Servicios Turísticos del Gobierno de Guerrero; Víctor Hugo Jasso, director del Museo Histórico de Acapulco; y John Van Nostrand, socio fundador de Planning Alliance, de Toronto. 

La discusión entre estos seis personajes de distintas disciplinas fue larga, pero podemos resumir el diagnóstico que hace nueve año hicieron sobre la problemática de Acapulco:

“El 26 por ciento de la población del estado radica en este puerto; el 70 por ciento es menor a cuarenta años, tiene una población económicamente activa de 520 mil personas, 42 por ciento de estas personas que están en edad productiva no están inscritas en ninguna institución de salud.

“De cada diez que inician la secundaria y bachillerato, solamente dos terminan. El 58 por ciento de jóvenes entre 15 y 24 años que tendrían que ir a la escuela, no asisten; el 54.6 por ciento de la población total de Acapulco vive en la pobreza; 13.6 por ciento en pobreza extrema y 38 por ciento en pobreza moderada.

“El ingreso corriente per cápita mensual es de 2,380 pesos, los planes urbanos están rebasados y no hay una institución que dé un seguimiento adecuado del desarrollo urbano del estado. Acapulco está en el lugar 76 de competitividad urbana, lo que hace muy difícil que atraiga inversiones.

“La mancha urbana del puerto se incrementó en siete veces entre 1980 y el año 2000, mostrando un enorme desorden urbano que rebasa las capacidades de infraestructura de la ciudad. Su infraestructura es obsoleta: tiene un aeropuerto deficiente y propenso a inundaciones, estaciones de autobuses remotas y en pobres condiciones, aislamiento de estaciones terminales con respecto a zonas turísticas y 80 por ciento del turismo extranjero se perdió en los últimos años.

“El turismo no cuenta con opciones eficientes para moverse por la ciudad, el 73 por ciento de la población no cuenta con vehículo particular, el 70 por ciento de los gases de efecto invernadero del transporte público corresponde a taxis, la edad promedio del parque vehicular de transporte público es de veinte años y la velocidad promedio en las vialidades es de veinte kilómetros por hora.

“Existe una ausencia de oferta de espacios públicos de calidad para la población local, de los 16 parques existentes ocho son acuáticos privados, cinco son de diversiones y solamente tres son públicos. Sus calles carecen de diseño con preferencia peatonal”.

SEGREGACIÓN ENTRE EL ACAPULCO URBANO Y EL TURÍSTICO

En el actual sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, este apartado equivale a su propuesta de “no más paraísos de lujo junto a infiernos de marginación”. Hace nueve años esta es la realidad que retrataron los expertos: 

“El 70 por ciento de las zonas no turísticas de Acapulco presenta altos niveles de marginación; 51 por ciento de la sociedad vive en situaciones precarias; tres por ciento más enfrenta de manera extrema las condiciones de vida sin oportunidades; y ocupa el noveno lugar entre los diez municipios con mayor número de personas en situación de pobreza de Guerrero. 

“La expansión de la mancha urbana está descontrolada: de 1990 a 2010, la población creció de 409 mil a 863 mil habitantes, es decir, 2.11 veces. En ese mismo periodo la mancha urbana aumentó 9.39 veces, de mil 389 a 13 mil 36 hectáreas; y de las 314 mil viviendas existentes, 71 por ciento están habitadas, 14 por ciento son de uso temporal y 15 por ciento están deshabitadas. 

“Este es un cuadro dramático que sólo se resuelve con crecimiento, mayor igualdad y con empleo, y eso es precisamente lo que el turismo puede hacer por Acapulco, porque además, no tiene otras oportunidades a la vista”.

Ese era el retrato de Acapulco hace casi una década. Así que a esta realidad hay que añadirle diez años más de exacerbación de toda esta problemática. Hoy, después del paso de Otis, las autoridades y pobladores tienen la oportunidad de elegir entre levantar una nueva ciudad, más eficiente y habitable, o conformarse con una apresurada reconstrucción que convierta a Acapulco en una ciudad remendada, pero con los mismos problemas, o peores. Ya veremos cuál es la estatura de quienes toman las decisiones.

[email protected]

Gustavo Armenta
Gustavo Armenta
Es periodista especializado en Turismo. Ha publicado en diversos medios de comunicación enfocados al Turismo. Fue encargado del departamento de Comunicación Social de la SECTUR.

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