Con un sencilla búsqueda en internet aparecen cientos de publicaciones anunciando la venta de hoteles, principalmente propiedades pequeñas como el que promueve el portal Lamudi, un hotel boutique en Mahahual, Quintana Roo de 6 cuartos por 24 millones de pesos, u otro de en Pocitos, Guanajuato, de 900 metros cuadrados de construcción por 40 millones pesos.
A los dueños de estos hoteles los noqueó el Covid-19, no les quedó de otra más que vender, ya no hay marcha atrás, son grandes o pequeños, hoteles de playa o de pueblitos, dejando en la incertidumbre a cientos de familias.
No se sabe a ciencia cierta cuántos hoteles han sucumbido, pero para darse una idea el Consejo Nacional Empresarial Turístico estima que han cerrado 262 propiedades en el país equivalente a 52 mil 400 habitaciones.
Secretario Miguel Torruco con este panorama, y con su tan presumida experiencia en hotelería, ¿está usted seguro que en el segundo semestre del año la industria turística en México comenzará a recuperarse como recientemente declaró? Y por favor díganos ¿Usted y la Sectur en qué van a ayudar?
Y es que, el que conoce de hotelería sabe perfectamente que los propietarios hicieron hasta lo imposible por mantenerse en operación, y eso no lo dude, fue todo un reto porque el sector es altamente intensivo en capital.
La construcción de un hotel puede llevar un promedio de 18 meses, lo cual implican gastos financieros muy fuertes que son apenas recuperables en 10 años, sin contar con los gastos operativos y corrientes, por lo que se necesita una razón muy poderosa para salir del negocio y deshacerse del activo.
Antes de cerrar un hotel el propietario o los administradores seguramente implementaron una serie de esquemas, para reducir el costo de la luz o el gas, o para proteger al personal: implementación de días solidarios, adelanto de vacaciones, recorte de salarios, en fin. Por eso hablar por hablar hace más daño que bien a una industria que está en la lona.
Cuando cierra un hotel definitivamente no solo se trata de la pérdida de ingresos para un consorcio, si no también de las ilusiones de pequeños empresarios que buscaban traer bienestar a la población donde se asentaban a través del turismo, y de los habitantes de la localidad que veían en un hotelito la oportunidad de ejercer lo aprendido en la escuela técnica local, sin salir de su comunidad, por citar ejemplos.
Por eso, no se crea a la primera cuando el Presidente de la República Mexicana, Andrés Manuel López Obrador diga que todo va bien, que la promoción turística y la fama de México en el exterior está mejor que antes. Pregunte usted mismo a cualquier miembro de la cadena productiva del turismo, a ver qué le dicen.
Y para los que aún están en su último round, en su último aliento, les dejo un mensaje de esperanza -por más oscuro que esté el día-, que escribió el Hotel Graham Villahermosa en sus redes sociales:
“Nacimos en 1982, hemos pasado, inundaciones, devaluaciones del peso, crisis económicas en el estado, y ahora, la pandemia, y nos tocó más inundaciones, pareciera que nos quisieran ver cerrados.
Murió su propietario de manera cruel, y fuerte.
Así como han habido lágrimas, hemos tenido bendición y en abundancia.
Porque hoy por hoy, los #turistas y #clientes ya no quieren hospedarse en un #Hotelcerrado sino en un #wellnesshotel y ese somos nosotros.
Ahora sí, resurgimos como él ave Fénix”.
Ah, y por si alguien gusta comprar un hotel en remate aquí hay información: https://www.lamudi.com.mx/comercial/for-sale/?q=HOTEL
Imágenes: www.lamudi.com.mx / www.gob.mx