A medio camino entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera, Irlanda despierta ahora de su estación oscura (la que inaugura el Samhain). El sol comienza a alargar los días en la Isla Esmeralda y los irlandeses se preparan para celebrar el 1 de febrero a su patrona: Santa Brígida (Saint Brigid en inglés).
Muchos son los rincones de Irlanda que celebran desde hace siglos la figura de esta valiente mujer y, si eres de los que disfruta San Patricio, esta tradición gaélica no debe faltar en tu calendario. Santa Brígida de Irlanda es la madre, la matriarca. Con ella comienza la primavera celta y en la Isla Esmeralda se organizan rituales y festivales de música y arte desde Dublín a Derry-Londonderry, en Irlanda del Norte. ¿Pero quién es Santa Brígida?
Santa Brígida: símbolo de la lucha feminista, virgen irlandesa y una especie de «Mamá Noel»
Santa Brígida simboliza la fusión entre dos mundos que representan a la perfección la cultura gaélica: el católico y el pagano. Brígida e Imbolc. Santa, feminista y diosa. Todas se celebran el 1 de febrero y todas representan el nacimiento de una nueva vida. El espíritu de lucha en la mujer irlandesa. El primero de febrero podría decirse que es el auténtico Día de la Mujer en Irlanda.
Su legado bien lo merece. Dominaba el viento y la lluvia y dio fe de su inmensidad ayudando a los marginados y obrando milagros. Lejos de la leyenda, fundó el primer convento de monjas de Irlanda, allá por el siglo V y abanderó la lucha de género en la Irlanda cristiana primitiva. Hoy todo el mundo relaciona a la Isla Esmeralda con San Patricio, pero en la Edad Media, Santa Brígida era mucho más conocida en Europa. Su historia era la que los monjes y eruditos predicaban al salir de la isla.
No es de extrañar que se convirtiese en Muire na nGael (Virgen de los irlandeses). Una heroína a la que venerar y para algunos, mucho más. Tal es la devoción en Irlanda por esta mujer que el clamor popular llevó el año pasado al Gobierno a declarar el 1 de febrero festivo nacional.
Y es que son muchas las tradiciones gaélicas en torno a la figura de Santa Brígida. La noche del último día de enero algunos irlandeses preparan una cama en su casa y dejan comida y bebida en la mesa para ella. Es la versión irlandesa de ‘Mamá Noel’. Una reina maga. Otros, cuelgan en la puerta la famosa cruz que lleva su nombre (hecha de juncos o paja), uno de los amuletos más apreciados entre los irlandeses. La tradición reúne a la familia para elaborarlas en torno a una mesa en la que previamente se disfruta la comida típica por Santa Brígida: patatas con mantequilla batida y colcannon con repollo picado. Las maneras de recordarla son infinitas y todas son la excusa perfecta para acercarse a Irlanda y celebrar la llegada de la primavera celta.
Festivales de arte y música tradicional por toda Irlanda, en su honor
Celebrar Santa Brígida es dar la bienvenida a la luz tras meses de oscuridad, de ahí que toda la Isla Esmeralda se involucre en rendir homenaje a su patrona. La ocasión bien merece una fiesta.
En Irlanda del Norte, la ciudad amurallada de Derry-Londonderry acoge del 26 al 4 de febrero el Festival Internacional de Música Imbolc y, a 90 minutos de Dublín, es Kilkenny (Ancestral Este de Irlanda), famosa por sus impresionantes edificios medievales, quien del 2 al 4 de febrero celebra el Festival de Santa Brígida. Música y Arte. El despertar de la primavera. Dublín, por su parte, rinde homenaje a Santa Brígida del 1 al 5 de febrero con Brigit: Dublin City Celebrating Women.
La Abadía de Kylemore, en la espectacular región de Connemara, es el escenario de una experiencia más sosegada. El castillo acoge, con motivo de la festividad, el concierto neogótico de la arpista Lynn Saoirse, así como un taller de elaboración de la Cruz de Santa Brígida. Una oportunidad única para pasear por los jardines victorianos de la propiedad y degustar los dulces tradicionales que elaboran las monjas benedictinas. No conviene marcharse sin alguna de las piezas de cerámica que ellas mismas fabrican y envían a cualquier parte del mundo.
Kildare: el centro neurálgico de una herencia irlandesa que se extiende más allá de la fe
Pero para llegar al origen, hay que viajar hasta Kildare. En su catedral, bastión de Santa Brígida, repican las campanas cada hora y no solo para recordar el paso del tiempo. Hay mucho revuelo en torno al 1 de febrero, pues aquí comenzó todo. Su templo, el que levantó con leños a 50 kilómetros de Dublín es hoy, 1.500 años después, lugar de culto para activistas, devotos y familias que vienen a celebrar el Festival de Santa Brígida, el más importante del país.
Locales y turistas participan de talleres de confección de cruces (24 y 26 de enero en la Athy Library y el Naas Country Market, respectivamente) y de apasionados debates en el Centro Solas Bhride o en el Kildare Heritage Centre. Si bien el programa de actividades abarca desde encuentros gastronómicos como ‘Mother Earth, a food happening’ (día 27), a talleres infantiles, conciertos (27, 30 de enero, 1 de febrero), misas, peregrinaciones a la colina de Allen (la más alta de Kildare) o un taller de confección del ‘brat bride’ (manto de Brígida). Algunos la veneran a la luz de las velas (hay espectáculos lumínicos el 31 de enero y el 2 de febrero), junto a una llama que simboliza la fuerza de su legado; otros, asisten a los rituales de fertilidad y protección que se celebran la víspera en torno a sus pozos sagrados (tiene más que ningún otro santo en Irlanda).
El ambiente festivo mantiene un amplio programa en torno a la vida y obras de Santa Brígida que se extiende más allá del 1 de febrero con peregrinaciones, rutas en bicicleta y otras actividades. Y es que su legado pone voz al papel de la mujer antes y fortalece la figura femenina de hoy en Irlanda y en el mundo. El Festival de Santa Brigida (Lá Fhéile Bríde) se celebra en más de 30 ciudades fuera de las fronteras de Irlanda, desde hace años. La primavera celta empieza ya.
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